Hace algunos años me la pasaba planeando.
Eran tantos los planes que mi padre decía que parecía aeroplano.
“Planeas y planeas pero no aterrizas nada”.
Y vaya que tenía razón.
Tenía planes y más planes.
Pero pocas veces llegaba a ejecutarlos.
Esto cambió cuando empecé a tener algunos mentores que me impulsaban a realizar esos planes.
Y aprendí de uno de ellos que las ideas no sirven si no se ejecutan.
Verás, todos tenemos ideas fantásticas pero rara vez las llevamos a cabo.
La realidad es que es más fácil pensar en ellas a volverlas realidad.
Nos encanta fantasear.
Nos encanta ser perfeccionistas. Tener el plan adecuado para cada cosa que pueda suceder.
En la práctica esto no existe.
Y eso es porque en la vida real hay más obstáculos y situaciones inesperadas para las cuales no podemos planear.
Pero eso nos da una gran ventaja a los que ejecutamos nuestras ideas. Por exactamente la misma razón: la mayoría de las personas planean más de lo que deberían ejecutar.
Mientras los demás ponen excusas: “tengo que hacer esto a la perfección”, “necesito planearlo con tiempo”, “déjame pienso en los detalles”, etc, tú tienes la ventaja.
Así que deja de planear. Empieza a aterrizar tu avión y llega a tu siguiente destino.
O puedes seguir planeando.
P.D. Planeaba publicar esto hoy… empecé a darle vueltas… e incluso ya me había ido a dormir… pero decidí aterrizar la idea.